tanto del estado pecaminoso como de su terrible destino. Debemos notar que no sólo aquellos que oyen acerca de Cristo y le rechazan están perdidos sino también los que jamás han tenido oportunidad de oír. Jesús vino a salvar a los que ya estaban perdidos, que ya estaban “condenados” (Jn. 3:18). Pablo escribió: “Si nuestro evangelio está aún encubierto, entre los que se pierden está encubierto” (2 Co. 4:3), no sólo de los que están en peligro de perderse, sino de los que ya están perdidos al estar
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